Las hojas son verdes. 3ª Parte

Bueno, pues ya sabemos qué es el color y por qué las cosas tienen color. Es el momento de saber, cómo hacemos los humanos para ver el color (y ver en general). Intentaré no extenderme mucho, pero en este tema puedo irme mucho por las ramas. Lo dicho, trataré de ser breve.

Lo primero de todo es conocer el órgano que usamos para ver. Y aunque parezca mentira, ese órgano no es el ojo. Siento decirles que vemos con el cerebro. En realidad casi todo lo hacemos con el cerebro, vamos que el tío es quien manda, mucho más de lo que a veces pensamos. Pero hagamos solo una pequeña introducción al funcionamiento del cerebro. Otro día que alguien os cuente en más profundidad, que es un mundo maravilloso. De acuerdo, cómo funciona el cerebro. Pues lo cierto es que ni idea, quiero decir, yo no sé y creo que no se conoce muy bien, como el cerebro es capaz de “ver”, es decir, de integrar todas las señales recibidas. Lo que sí es cierto, es que el cerebro funciona a través de la transmisión de impulsos nerviosos, de carácter electroquímico. El cerebro utiliza estos impulsos para recibir y para emitir señales. Y lo hace estimulando o inhibiendo neuronas contiguas. Pero en realidad nada de esto explica cómo el cerebro es capaz de integrar en una sola imagen todo lo que nos rodea. Por ahora, lo que conocemos es que cuando vemos algo frente a nosotros, nuestro cerebro se hace primeramente una composición inicial de lugar. Digamos que vemos un cuadro impresionista de un paisaje. Pero después, a través del reconocimiento de formas generales aprendidas, podemos centrarnos en objetos concretos y a través de la comparación de formas individuales con nuestra “base de datos”, podemos identificar los objetos. Esto ocurre en décimas de segundo y además podemos quedarnos en cada uno de los pasos del proceso. Si miramos un bosque a primera vista vemos que es un bosque, no sabemos nada más, estaríamos en el primer paso del proceso. En el bosque hay algo que, debido a su forma, identificamos como un animal. Segundo paso del proceso. Ahora comparamos sus orejas, sus hocico, su cola y sus dientes con nuestra base de datos y ahí está, el tercer paso, tenemos delante a un lobo, así que si llevamos una caperuza roja…

Bueno y ¿cómo sabemos que nuestra caperuza es roja y no azul? Pues para eso hay que rebobinar un poco en el proceso de la visión, estábamos en el cerebro, en la corteza visual, que por cierto se encuentra en la parte trasera de nuestro cerebro, y caminamos hacia atrás por el tálamo, un órgano que dirige las señales sensoriales a la parte adecuada del cerebro (si el tálamo se lía y envía la información sensorial del oído al área de la visión, vemos colores con los sonidos, vamos la conocida sinestesia). Desde el tálamo hasta el ojo, viajamos por el nervio óptico hasta alcanzar el ojo propiamente dicho. Aquí es donde es necesario hacer una pequeña descripción de la cámara de fotos del cerebro, el ojo.



El ojo es básicamente una esfera muscular (esclerótica) rellena de líquido (humor vítreo), que en la parte anterior es transparente (córnea). Hasta aquí la caja de la cámara de fotos. Bajo la córnea, la lente (cristalino), el orificio por donde entra la luz (pupila) con su obturador (iris). Para enfocar, la lente se mueve, como en las cámaras de fotos (bueno es al revés, en las cámaras de fotos se mueve porque se mueve aquí). Ahora sólo nos falta un sistema fotosensible, como el carrete de fotos o el CCD en las cámaras digitales. Aquí entra en juego la retina. De hecho aquí hemos llegado desde el tálamo a través del nervio óptico. Justo al llegar al ojo el nervio se ramifica y se divide en millones de segmentos que acaban en unas formas alargadas que es lo que forma la retina. Estas formas alargadas pueden ser de dos tipos. Conos o bastones. Existen en un ojo normal, aproximadamente 6 millones de conos, no está mal. Pero es que hay más o menos 135 millones de bastones, así que algo harán estas terminaciones nerviosas.



Bueno, pues los conos son los responsables de que veamos en colores. Existen tres tipos de conos si atendemos a los pigmentos que poseen. Y es que estos conos poseen pigmentos que reaccionan (igual que lo hacía la clorofila o la hemoglobina) a diferentes longitudes de onda. Tenemos conos para el rojo, para el verde y para el azul, vamos, un RGB en toda regla. Los conos se encuentran principalmente en el centro del fondo del ojo, y les llega la luz directa del frente. Es por ello que no distinguimos bien los colores por el “rabillo del ojo”. Los bastones se encuentran distribuidos por todo el resto de la retina y son los responsables de la visión general, pero no distinguen colores. Funcionan con niveles de luz muy bajos, extremadamente bajos, no como los conos, por eso de noche no vemos en color. Además, no se encuentran en el centro del ojo, por eso también de noche vemos bien alrededor. El mecanismo de transmisión de la señal es complejo, pero resumiendo, el pigmento tiene dos componentes que al excitarse se disocian y se transforma en una señal eléctrica que llega al cerebro a través del tálamo. Estos son ojos humanos, con máximos de absorción en sus conos para 420nm, 531nm y 558nm, pero otros mamíferos, poseen tan sólo dos tipos de conos, por tanto ven en dos colores, azules y verdes. Algunos reptiles y aves tienen también visión tricromática, pero en algunos casos puede ser hasta pentacromática.



Bueno, pues con esto acabamos con la visión y los colores. Espero que os haya gustado y os haya servido de algo.

PD. Os dejo unos links con "imitaciones" de como verían los perros (dicromáticos) y las aves. Tened en cuenta que como os he dicho vemos con el cerebro, y por tanto la imagen la procesamos con cerebro humano, pero como aproximaciones molan. Si queréis más, Google.

2 comentarios:

Ainxi dijo...

He leído dos veces esta entrada y me ha gustado mucho tu comparativa con la cámara de fotos. Quizá echo en falta unas fotos comparando la visión humana con la de otros animales...

Ainxi dijo...

gracias^^

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